viernes, 4 de diciembre de 2009

Destino.

Buscaba encontrarte en los caminos sin final de este lugar inexistente. Gran fábula de los deseos indeseados, de las cosas que suceden sin una razón aunque si miras bien, nunca sucedieron...

Excusa perfecta para el eterno enamorado que vive engañado en el extinto aroma de una pasión lejana, de un deseo pasado, de una persona perdida y añorada o quizás nunca encontrada...

Me niego a creerlo. Supuesto hado, fuerza desconocida endemoniada que solo existes en verdad cuando engañas a los puros de corazón que en pos de un amor incierto y a veces imposible, son capaces de creer a la misma muerte como el transporte que puede llevarlos a una vida donde si te ame, donde te busque y te respete, donde el deseo sea mutuo y no existan los peros, no exista el llamado destino per se, sino que cada quien escriba el propio buscándolo a diario.

Maldita compasión de los imbéciles descorazonados que no saben hasta donde llevar esa estupidez llamada enamoramiento, convirtiendo el amor real y sincero en una burla sin gracia de la vida misma.

Enamoramiento que mientras existe es tan dulce como un cono de algodón de esos que comías de niño y manchabas todo tu rostro... tan hipnótico y pegajoso como un sueño de verano donde las sábanas abrigan demasiado, el ventilador parece no funcionar y despiertas embelazado confundiendo lo soñado con la realidad misma...

Las barreras no existen, esta es mi vida y te quiero junto a mi luchando a la par, apoyándonos de espaldas y a brazo cruzado... sosteniéndonos en las debilidades, consolándonos en el silencio, cerrando los párpados y confiándonos eternamente a un amor consolidado que no podrá ser derrotado.

23:04 04/12/2009 - M. A. Laplagne

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