viernes, 23 de abril de 2010

Otro punto de vista.

La mirada de las cosas tiene una cuota de relatividad tan grande que las cosas se interpretan dependiendo de cómo se vean.

Un señor llamado Paul Watzlawick cuenta que en un laboratorio donde se hacen experimentos con animales, un investigador está tratando de hacer un reflejo condicionado con dos ratas en un laberinto. Entonces, cuando el señor de guardapolvo blanco entra, una ratita le dice a la otra: “¿Ves a ese señor de guardapolvo blanco? Lo tengo totalmente amaestrado, cada vez que yo bajo esta palanca me da de comer”.

Dos maneras de ver el mismo proceso, la situación es exactamente la misma.

Admitir que el único mundo es el interno implica confiar en la esencia del ser humano. Para creer que el único acceso al mundo es mi percepción, tengo que imaginar al hombre esencialmente bueno, noble, generoso y solidario. Si yo pienso que el ser humano es dañino, perverso, cruel y demás, tengo que restringirlo, no puedo dejarlo en libertad.

Afortunadamente, hay seres humanos de estos dos tipos y, como soy un optimista sin remedio, creo que el mundo está compuesto más por gente esencialmente buena, noble, amorosa y solidaria, que por gente destructiva, cruel y dañina. Se rá función de quienes nos creemos estas cosas tratar de ver cómo educamos a todos aquellos que son así. En principio, sabiendo que si le damos espacio y lugar al otro para que se desarrolle naturalmente, lo que el otro desarrolla es lo mejor de él, no lo peor.

Un señor muy creyente sentía que estaba cerca de recibir una luz que le iluminara el camino a seguir. To das las noches, al acostarse, le pedía a Dios que le enviara una señal sobre cómo tenía que vivir el resto de su vida. Así anduvo por la vida, durante dos o tres semanas en un estado semi místico buscando recibir una señal divina.

Hasta que un día, paseando por un bosque, vio a un cervatillo caído, tumbado, herido, que tenía una pata medio rota. Se quedó mirándolo y de repente vio aparecer a un puma. La situación lo dejó congelado; estaba a punto de ver cómo el puma, aprovechándose de las circunstancias, se comía al cervatillo de un solo bocado. Entonces se quedó mirando en silencio, temeroso también de que el puma, no satisfecho con el cervatillo, lo atacara a él. Sorpresivamente, vio al puma acercarse al cervatillo. En tonces ocurrió algo inesperado; en lugar de comérselo, el puma empezó a lamerle las heridas. Después se fue y volvió con unas ramas humedecidas y se las acercó al cervatillo con la pata para que éste pudiera beber el agua; y después se fue y trajo un poco de hierba húmeda y se la acercó para que cervatillo pudiera comer. Increíble.

Al día siguiente, cuando el hombre volvió al lugar, vio que el cervatillo aún estaba allí, y que el puma otra vez llegaba para alimentarlo, lamerle las heridas y darle de beber. El hombre se dijo: esta es la señal que yo estaba buscando, es muy clara. “Dios se ocupa de proveerte de lo que necesites, lo único que no hay que hacer es ser ansioso y desesperado corriendo detrás de las cosas”. Así que agarró su atadito, se puso en la puerta de su casa y se quedó ahí esperando que alguien le trajera de comer y de beber. Pasaron dos horas, tres, seis, un día, dos días, tres días... pero nadie le daba nada. Los que pasaban lo miraban y él ponía cara de pobrecito imitando al cervatillo herido, pero no le daban nada. Hasta que un día pasó un señor muy sabio que había en el pueblo y el pobre hombre, que estaba ya muy angustiado, le dijo:

—Dios me engañó, me mandó una señal equivocada para hacerme creer que las cosas eran de una manera y eran de otra. ¿Por qué me hizo esto? Yo soy un hombre creyente...

Y le contó lo que había visto en el bosque...

El sabio lo escuchó y luego le dijo:
—Quiero que sepas algo. Yo también soy un hombre muy creyente, Dios no manda señales en vano, Dios te mandó esa señal para que aprendieras.

El hombre le preguntó:
—¿Por qué me abandonó?

Entonces el sabio le respondió:
—¿Qué haces tú, que eres un puma fuerte y listo para luchar, comparándote con el cervatillo?

Tu lugar es buscar algún cervatillo a quien ayudar, encontrar a alguien que no pueda valerse por sus propios medios.

Casi todo puede ser visto, registrado y analizado desde varios lugares. De hecho la humanidad ha mirado al hombre y su problemática poniendo el acento en diferentes aspectos de nuestras dificultades a lo largo del último siglo.

2 comentarios:

  1. Excelente post amigo!!!! Que belleza y que maravilla! Es tan verdadero lo que plantea la situación del cervatillo y el puma.
    Lo que interpreto es que es mucho más fácil ponerse en rol de víctima que asumir que somos fuertes y capaces. Por ahí es más cómodo esperar a que otros vengan a ayudarnos y dejar que resuelvan las cosas por nosotros. Total que somos cervatillos heridos.
    A veces interpretamos mal las señales o vemos nuestra conveniencia, es algo muy propio del ser humano que vive equivocado.

    Me encantó Marito. Hoy me quedo reflexionando mucho con este post.
    Beso!

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  2. Realmente es muy bueno el texto, una pena que no lo escribí yo. Pero realmente es así.

    Yo tengo dos amigos cercanos (hombre - mujer) que se pusieron de novios y luego de un tiempo prolongado se separaron. Como soy amigo de ambos, me mantuve siempre imparcial y no le conté nada de uno al otro por razones obvias; pero es increible la diferencia de opinión de cada uno sobre la misma situación. No tan solo del porque de la separación sino de todo lo que vivieron después cuando se cruzaron. Es un abismo de interpretaciones.

    Volviendo al texto, no creo que uno siempre sea un puma o un cervatillo pero es claro que muchas veces confundimos los papeles y generalmente tenemos mucho más para dar.

    Gracias por pasar. :)

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